sábado, 1 de enero de 2011

El alcalde de La Laguna vive en alquiler o por cesión gratuita en un piso de la constructora Mejías y Rodríguez, con la que contrata el Ayuntamiento


La esperanza blanca de ATI en La Laguna. El alcalde más valorado según estudios y encuestas por encargo. El niño bueno en todos los medios de comunicación en los que mete pasta pública por un tubo, la suya y la de sus negocios, la usa para capear la crisis. El hombre bueno, el que escucha a todo el mundo y sobre todo el que gobierna para los más necesitados. Un buen trabajo publicitario, indigno, que disfraza y oculta el gigantesco lado oscuro de este personaje, que de la insignificancia ha logrado sentarse con todo lo más granado de su partido.

Pero hay algo que lo atormenta, lo tiene jodido y le escuece cada vez que se encuentra con Ana Oramas en los actos públicos. Fernando no ha sido alcalde por las urnas sino por designación, por sustitución, por relleno. Y eso lo tiene muy quemado, quemadísimo. Por eso anda como loco, buscando la mayoría absoluta, rezando para que el PP no tenga un buen candidato y esperando una debacle en Madrid para que la marca socialista hunda el más que preocupante crecimiento de Gustavo Matos.

Pero aunque la política es lo que lo tiene todos los días entregado y obsesionado, Clavijo gusta de la buena vida, de las cosas caras, de los lujos, de vivir como lo que se ve y se sueña, un virrey, un capitán general lagunero, que mande al abismo sus complejos de arribista, de persona que no está en el Gotha de Aguere y que ha llegado hace muy poco a la buena y exigente sociedad lagunera, la de los apellidos, las influencias y las visitas protocolarias.

Por eso no duda en usar su cargo público para acceder a este demi-monde tan restringido, pero tan apetecible para un hombre como él. De entrada aprovechar sus magníficas relaciones con la familia de constructores Mejías y Rodríguez, que están en todo y en todos los fregados y vivir, no se sabe si de alquiler o por un detalle de quienes facturan con su Ayuntamiento, en la parte alta de un edificio construido por ellos en la calle Amanecer, número 52, donde ya un día habíamos publicado que el alcalde y el jefe de la Policía habían visitado de noche los locales de una empresa dedicada a las pesas de vehículos que tiene ahí su sede.

El piso es por el momento la residencia del alcalde y la de su esposa, que trabaja en el Metropolitano, después que la crisis acabara con la empresa de la familia y que tenía con el alcalde y su primo. Pero lo mejor es que Fernando Clavijo y familia no están empadronados en esa dirección, sino en el palacete, que puede haberle costado entre 90 y 100 millones de pesetas, que está reformando en la muy señorial calle de San Agustín, donde estará cerca de todas esas personas que admira y que envidia, cuyos apellidos ocupan el largo de un folio y a veces no les cabe ahí. Está claro que el piso de Mejías y Rodríguez, al que todos los días viene a buscar un coche oficial, faltaría plus, es un apaño del alcalde, que no duda en tocar a estos amigos, con los que trabajo de manera intensa cuando tenía su empresa, para que le resuelvan la vida, teniendo más ventajas que el resto de laguneros a los que dice que va a ayudar en el 2011 con sus últimos presupuestos en esta legislatura. Un caradura político considerable, cósmico.

eldigitaldecanarias.com

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